Culla, escenario de los mejores capítulos de la humanidad
Si los últimos 1.000 años de la humanidad se pudieran ver por capítulos, Culla sería el escenario de muchos de ellos. Quizás de los mejores, los más importantes. Verían los espectadores reconquistas cristianas en territorios musulmanes, desfiles de templarios en el ocaso de la orden militar religiosa o la formación y disolución de la Setena de Culla. Todo bajo el mismo cielo, el del Alt Maestrat, y sobre el mismo monte que eleva a esta localidad hasta los mil metros de altitud. Una localidad que en tiempos remotos se convirtió en el centro neurálgico de la zona por su privilegiada situación en el comercio entre Aragón y Valencia, y que ahora recibe miles de visitantes a lo largo del año por la belleza de calles y la originalidad de arcos y edificios que componen el núcleo.
Hoy en día, Culla forma parte de la organización Los Pueblos Más Bonitos de España, y se ha erigido como un destino turístico imprescindible para los amantes y nostálgicos de la historia. El enclave de Culla fue una constante disputa entre cristianos y musulmanes hacia finales de siglo XI y durante los siglos XII y XIII. La anexión definitiva a posesiones cristianas y aragonesas llegó en 1233 bajo las órdenes de Jaime I. De esta época se conservan pocos vestigios que atestiguan dichas batallas, aunque del castillo, hoy ruinoso pero en proceso de restauración, todavía quedan restos en pie la Torre del Frare Pere o torreones del siglo XIII.
Sin embargo, el hecho más singular en la larga y dilatada historia de esta localidad llega en el 1303, cuando la Orden del Temple -una de las órdenes militares católicas más influyentes en la Europa de la Edad Media- adquirió Culla y todas sus tierras por 500.000 sueldos valencianos. Esta fue, ni más ni menos, la última compra de los templarios antes de su disolución en 1314, y la más cara compra en toda la Corona de Aragón. Un hecho que pone a Culla en el mapa europeo, y que puede rememorarse con cada piedra que forma su casco histórico-artístico. Culla es territorio templario. Esta evidencia se puede atestiguar en la reformada ‘Antiga Presó’ de Culla, donde se exhiben antiguas vestimentas de caballeros y reliquias como capiteles que siguen entre nosotros después de tantos siglos, y que además mantiene los grilletes originales con los que encadenaban a presos. Este edificio era, antes de ser una prisión en las guerras carlistas en las que Culla fue plaza principal para los soldados del general Cabrera, el Granero del Comendador de la Orden de Montesa en los siglos XIII y XIV, a quienes les compraron los terrenos los templarios y quienes los recuperaron tras su disolución.
El entramado de calles que forma el casco antiguo de Culla es la mejor máquina para regresar al pasado. Muy cerca de la ‘Antiga Presó’ se encuentra la iglesia de El Salvador, principal templo religioso del pueblo que con su monumental fachada y alto campanario es una clara atracción para los visitantes. En uno de sus costados hay una terraza llamada ‘El Terrat’, un lugar que, aparte de ser ideal para albergar exposiciones o jornadas culturales de todo tipo por el marco arquitectónico que la envuelve, es también una inigualable terraza hacia el Alt Maestrat con vistas sobre montañas, barrancos y tierras muy lejanas.
Las visitas a Culla también alcanzan a ver las exposiciones del antiguo hospital, un lugar que acogía enfermos, pobres y mujeres con necesidades para darles una nueva esperanza. Ahora se exponen fragmentos de la historia de Culla, como una recreación de la antigua escuela de la localidad, armas de fuego del siglo XIX o un reconocimiento a la cofradía de Sant Antoni de la localidad. Aunque el patrimonio arquitectónico e histórico que atesora Culla lo convierta en una localidad única, también es tierra de sendas y caminos que se recorren a pie o en bicicleta, y que tienen destinos como la monumental carrasca de Culla, de veinte metros de altura y siete de circunferencia de tronco. Agricultura y ganadería han tenido tradicionalmente su peso sobre la economía de la localidad, patente si se observan los bancales todavía trabajados con almendros, avellanos u olivos, o los anchos campos por donde pastan vacas, cabras u ovejas. Además, el pueblo contaba con una explotación minera en el paraje de ‘la Fontanella’, un espacio visitable bajo el nombre de El Parc Miner del Maestrat que muestra galerías subterráneas y los procesos que desarrollaban los hombres que allí trabajaban. Culla es, en toda su integridad, un especial legado patrimonial que, tantos siglos después, seguimos maravillándonos con él.