Entre el cielo y la tierra, Ares del Maestrat

Son binomios inseparables el cielo y la tierra. Como el agua y el fuego. El negro y el blanco. O la luz y la oscuridad. Rivales y, a la vez, necesarios el uno con el otro para poder existir. Ambos términos forman parte de un mismo universo, pero cuando uno existe, el otro muere. Sin embargo, siempre hay excepciones que rompen las reglas y las ideas humanas. Ares del Maestrat, por ejemplo, reúne en su ser lo asombroso de pertenecer al cielo y lo rutinario de formar parte de la tierra. Y lo hace a partir de la formación geológica más imponente de la localidad: la Mola de Ares, que con sus extraordinarias dimensiones permite otear a vista de pájaro y, a la vez, formar parte de un ecosistema terrenal entre pastoreo, neveras y molinos.

1321 metros es la altura total de la Mola d’Ares, la formación rocosa más imponente de la localidad y, si atendemos a las extraordinarias dimensiones, de toda la provincia. A sus pies viven los habitantes de Ares. A su sombra y cobijo, resguardados y protegidos por el gigante de piedra durante siglos. La localidad del Alt Maestrat se encuentra situada en una colina, una terraza natural desde la que ver kilómetros de territorio, pueblos lejanos e incluso el mar. Su altitud se complementa con el ancho de la cima, una suave planicie considerada Paraje Natural Municipal y donde se puede disfrutar de una alta diversidad de flora y fauna. Allí, tan cerca del cielo, los antepasados que habitaron Ares construyeron un castillo del que, a día de hoy, todavía se conservan partes de diferentes etapas de pobladores.

Con murallas árabes y vestigios de los íberos, este lugar fue la primera plaza del Reino de Valencia que el rey Jaime I adhirió a su Corona, en 1232. Sin embargo, la relación de Ares con antiguas civilizaciones no empieza en este momento. Aunque Ares haya vivido intensamente las Guerras Carlistas, fue bombardeado por el experimento ‘Stuka’ alemán en la Guerra Civil y sus montañas y bosques escondieron maquis en la dictadura franquista, en Ares también se asentaron, hace miles de años, hombres y mujeres que dejaron su huella en forma de arte rupestre. La Cova Remígia, en el corazón del Barranc de Gasulla, esconde en abrigos más de 750 figuras en buen estado de conservación que fundamentan uno de los mayores ejemplos del arte rupestre levantino, declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad por la UNESCO. Son escenas de caza, figuras de animales en diferentes actitudes, heridos por flechas o parejas humanas son algunos ejemplos, que pueden visitarse contactando con el Museu de la Valltorta.

El ligamen que históricamente ha existido en Ares entre la tierra y el hombre también se ejemplifica con las construcciones que, a lo largo de los años, se han edificado para aprovechar los recursos naturales del territorio. En Ares se levantó la Nevera dels Regatxols en el siglo XVII, utilizada para la conservación de la nieve y su posterior comercialización. Ahora transformada en un centro de interpretación turística, esta construcción consiguió relevancia en los siglos XVIII y XIX. Además, también se conserva la Casa del Nevater.

De un modo parecido a este, los habitantes de Ares también erigieron molinos para aprovechar el agua que circulaba por los barrancos. En el Barranc dels Molins hay cinco ejemplares que utilizaban el agua para moler y obtener harinas, ahora visitables en una ruta a pie entre sendas y bosques del Alt Maestrat. En la actualidad, Ares se ha convertido en uno de los pueblos más visitados y fotografiados de la Comunidad Valenciana, por la excelente panorámica que ofrece de la provincia de Castellón y por la espectacular fotografía que se le puede hacer al pueblo desde el Coll.

En el pueblo, la antigüedad de las construcciones despierta la imaginación de la gente. La antigua Lonja, conocida popularmente como el ‘Perxe’, es un claro ejemplo de arquitectura medieval con arcos góticos-mudéjares del siglo XIV. El ‘Perxe’ se encuentra a escasos metros de la plaza Mayor, donde la fachada del Ayuntamiento atrae todas las miradas con su arco de medio punto que pertenecía a la antigua muralla del pueblo. Grandes personajes históricos pasaron por Ares, fueran templarios, caballeros de Jaime I, carlistas de Cabrera o las tropas de Felipe V, que destruyeron la antigua iglesia de Ares de la que solo queda el campanario del siglo XIII. Ares forma parte de los capítulos más singulares de la evolución humana. Un pueblo que se encuentra tan cerca del cielo como unido está a la historia del hombre.