La Nevera dels Regatxols de Ares mantiene vivo el recuerdo del comercio de la nieve

Cada invierno, Ares se cubre bajo un espeso manto de nieve que deja fotografías inigualables sobre el bello pueblo y su Mola. Es una efeméride anual, que Ares disponga de metros y metros de nieve sólida con la que jugar y de la que escapar para seguir con los horarios a pesar del temporal. Hace muchas décadas, en Ares la nieve se utilizaba de un modo distinto: se almacenaba en neveras naturales excavadas en la montaña y posteriormente se comercializaba con ella en zonas donde no abundaba pero era igual de necesario para fines médicos o la conservación de alimentos. Esta práctica empezó a practicarse en el siglo XVI y alcanzó su máxima actividad en la Comunidad Valenciana entre los siglos XVIII y XIX, donde se crearon multitud de neveras para aprovechar los fríos temporales. En Ares, en pleno siglo XXI, todavía podemos encontrar en perfecto estado de restauración la ‘Nevera dels Regatxols’, datada del siglo XVII y restaurada en 2005 después del importante paso de los años y su estado ruinoso. Un vestigio único de una época en la que aprovechar cada recurso del que se disponía significaba avanzar y prosperar. El negocio de almacenar la nieve como ‘oro blanco’, el legado que cientos de años después perdura en el Alt Maestrat, donde dejó de practicarse a inicios del siglo pasado.

Esta nevera está considerada como la nevera medieval natural mejor conservada de la Comunidad Valenciana. De hecho, para dar fe de su excelente situación tras la recuperación del 2005, ahora funciona como un Centro de Interpretación abierto al público donde se explica el proceso completo de obtención del hielo y su comercialización por doquier. Con la llegada de las primeras nieves, esta opción de trabajo permitía ganar dinero a los jornaleros en la temporada de menor trabajo agrícola. Para su recogida, los peones con palas recogían la nieve y la almacenaban en el fondo de un pozo. Más tarde, dentro del depósito se repartía por capas y se apisonaba, quedando aislada del fondo y de las paredes con materiales como paja o ramas de pino. Incluso las paredes se aislaban para procurar el mayor aislamiento del ambiente.

La construcción está ubicada a las afueras de la localidad, y anexa se encuentra la Casa del Nevater, un edificio en el que se hospedaba el trabajador en temporada de nevadas. Así pues, la construcción de piedra tiene una planta interior rectangular, con aposento en la parte superior y una escalera de acceso de piedra con mucho interés arquitectónico, además de los arcos de piedra que forman la cubierta. Se encuentra a 1.200 metros de altitud, y el pozo donde se conservaba la nieve tiene 8 metros de profundidad. Estas instalaciones pueden ser visitadas, pues en su interior se ha preparado una exhibición con videos y una recreación de un ‘nevater’ almacenando el ‘oro blanco’.

Con la progresiva evolución del hombre y la capacidad de fabricar el hielo, el oficio del ‘nevater’ fue perdiendo importancia ya entrado el siglo XX. Sin embargo, la Nevera dels Regatxols sigue en pie para recordar la herencia de las generaciones pasadas. Para saber lo importante que es adaptarse al clima y sacar el máximo provecho de las oportunidades. De hecho, la red de neveras que se edificaron en la Comunidad Valenciana también repercutió en Benassal, con la Nevera de la Font d’En Segures de principios del siglo XVIII; y en Catí, con la Nevera del Tossal de Gibalcolla construida casi al mismo tiempo que la de Ares. Hasta 13 hay documentadas en el Alt Maestrat, y sus principales puntos de venta eran las ciudades de la Plana Alta y del Baix Maestrat.