La tradición del pan y las pastas: de los hornos medievales a las panaderías actuales
El olor del pan recién salido del horno. Un aroma indescriptible que a muchos transporta a sus hogares, a su niñez. Y es que, el pan, en cualquiera de sus muchas variedades, es una constante en la vida y lo ha sido desde siglos atrás. Hoy en día, si queremos pan o algún tipo de pasta vamos a la tienda y lo compramos. En el caso de los más mañosos en la cocina puede que lo hagan en su propio horno y puedan disfrutar de ese olor desde la comodidad de su cocina. Sin embargo, ¿cómo cocían el pan u horneaban las pastas nuestros antepasados? La respuesta es sencilla a la par que curiosa para aquellos que no conozcan las costumbres de los pueblos: se llevaban las diferentes elaboraciones en crudo a los hornos municipales y allí se cocinaban pagando una tasa bien al Ayuntamiento o al propietario de dicho horno.
Cuando hablamos de hornos y tradición en el Alt Maestrat Human Land hay uno que nos viene a la cabeza sin dudarlo: el Forn de Dalt de Benassal. Este antiguo horno medieval fue creado por la Orden del Temple a finales del siglo XIII. Seguidamente, pasó a ser propiedad de la Orden de Santa Maria de Montesa que, tiempo después, lo vendió a las familias Vives y Miralles, dos de las familias nobles más influyentes de la localidad. En las últimas épocas de uso del horno, este pasó a tener titularidad municipal, la cual es mantenida hasta la fecha.
Durante siglos, el Forn de Dalt fue el horno comunal del pueblo al que todos los habitantes llevaban la masa del pan preparada en casa para cocerla. Por la cocción pagaban una tasa, que podía ser en dinero o en especias. Hasta, aproximadamente, la década de los 70 del siglo pasado, el Forn de Dalt seguía a pleno rendimiento y era punto de encuentro y reunión de aquellos que iban a pastar y cocer el pan. Con los años y el avance de las tecnologías y aumento de las posibilidades de las familias para tener su propio horno en casa, la función principal del Horno quedó en desuso. Tras su cierre quedó en desuso y no fue hasta 2015 cuando se restauró como espacio cultural. El Forn de Dalt de Benassal sigue siendo un importante punto de reunión y centro de información turística en el que el visitante conoce cuál era la función de los hornos medievales y su importancia a lo largo de la historia, así como sirve de punto de difusión del pan artesano.
Aunque los hornos comunales ya no cuentan con su uso primitivo, en cualquier visita al territorio Alt Maestrat Human Land, se tiene la oportunidad de degustar panes, pastas y cocas, tanto dulces como saladas, en las panaderías y pastelerías. La tradición se mezcla con la modernidad y los nuevos sabores, pero los olores que se desprenden de los hornos siguen siendo igual de especiales. El tradicional ‘pan de pueblo’, las cocas con productos de la tierra como almendras, avellanas o queso, las pastas que varían en función de la época del año adaptándose a las tradiciones y los productos de temporada… Ares, Albocàsser, Benassal, Catí y Culla ofrecen al turista toda una experiencia gastronómica basada en la tradición y los aromas de la tierra, los aromas del hogar.